El Prólogo al Sobrevuelo...

12 de noviembre de 2007

Mi reciente amigo, Alexeis Sánchez (de oficios tales como: lector, catedrático y artista) me ha hecho "la gauchada" de escribir el Prólogo para Sobrevuelo en la ciudad de los anillos (mi primer libro en solitario). Que conste en acta que le quedo agradecido ad infinitum.
Disfrútenlo (creo que le "achuntó").


A modo de prólogo, a modo de introducción, a modo de mezcla, de híbrido…


“Un prólogo es un estado de ánimo.
Escribir un prólogo es como afilar una hoz,
como afinar una guitarra, como hablarle a un niño,
como escupir por la ventana…”


Sören Kierkegaard, Prólogos.


El prólogo (…) no es una forma subalterna del brindis;
es una especie lateral de crítica.

Jorge Luis Borges, Prólogos con un prólogo de prólogos.


Quiero colocar estas palabras y el texto al que dan vida, bajo la advocación de un escritor iniciador: Sören Kierkegaard, el primero en llamarse a sí mismo existencialista. Quiero colocar este texto, que no sé si es prólogo o introducción, o las dos cosas, como buen híbrido; bajo la advocación de otros escritores continuadores del existencialismo: Heidegger y Sartre, porque tengo la seguridad intuitiva – crítica, de que este libro que ha encontrado el cobijo de sus manos de lector o lectora, ansioso, ansiosa; de que este libro que nos ha entregado el poeta cruceño Oscar Gutiérrez, es un poemario coloquial – existencialista, que se integra, en este año 2007, al concierto mundial de una literatura, que durante dos siglos se ha encargado de reivindicar en la existencia humana, los esenciales componentes de la libertad y de la elección individual.

He leído dos veces el poemario, de principio a fin, y en una vez tercera, he vuelto a releer algunos poemas de las cuatro partes en las que se divide el texto. Y declaro, y le advierto, querido lector, querida lectora, que éste no es uno de esos poemarios para olvidar en la cartera, en el maletín, en el bolso, en la mochila, y en todas las formas posibles que adoptan esos útiles complementos de nuestra vestimenta. Aclaro el concepto: este no es un poemario “para matar el tiempo muerto”, “para leer de a poco”, “para ir leyéndolo mientras tanto”, “no es un poemario para desconectar de la realidad estresante”. Este es un poemario para devorar, para hacer un alto en la velocidad de la existencia y leerlo de un tirón, para adentrarse en la alucinante experiencia de comunicación con una poesía, que bajo el título de Sobrevuelo en la ciudad de los anillos, nos llevará a realizar un sobrevuelo sobre la existencia de un poeta, que vive con nosotros el sueño tras sueño de esta ciudad que habitamos, y que nos habita.
Este libro que en estos momentos, hojea, ojea entre sus manos, le ofrece un sobrevuelo por la percepción de un poeta coloquial, que habla con nuestras palabras cotidianas, sin complejidades retóricas, que construye la poesía con el “material” que está al alcance de todos, con el material que nos permitiría a todos, si nos lo propusiéramos, cantar la poesía de nuestra existencia cotidiana. Este libro le ofrece la oportunidad inusual, de un sobrevuelo sobre unos versos que parecen confirmar las palabras de Kierkegaard: “la mayor verdad es subjetiva”.

Si nos sumergimos más en este poemario existencial y ontológico, veremos que está dividido en cuatro partes: Plaza Principal, Tercer Anillo, Callejones y Nueva Fundación.

Sobre la base de aceptar el planteamiento de los estudiosos de la estética que dicen que la literatura es un arte temporal, podríamos decir que la primera parte del poemario, la que se titula Plaza Principal, la más extensa del libro; es el tiempo de la ciudad de Santa Cruz, de la existencia en la ciudad. Abarca, desde la añoranza de su descubrimiento húmedo y vegetal por el poeta, todavía niño, hasta la noche en esta otra ciudad, en la de ahora mismo. Asistimos aquí, a las múltiples miradas lanzadas sobre Santa Cruz. Miradas que desde su esencia vegetal nos la descubren transfigurándose constantemente: ciudad - selva, ciudad – mujer, mujer – ciudad, ciudad amada, ciudad de la que se aprovechan, ciudad que se destruye en nombre del progreso; pero siempre, ciudad que renace de sus cenizas.

La segunda parte, Tercer Anillo, es el tiempo de los mitos, las leyendas, las historias que resoñamos en el espejo de nuestra existencia: desde esos músicos del Titanic, pasando por Ítaca, Morrison, el origen de los centauros y un tríptico de amor – desamor; hasta la pregunta existencial lanzada en medio del acto fundacional de hacer el amor. Es la parte del sobrevuelo raudo sobre los mitos que nos habitan y resoñamos día tras día. Del sobrevuelo sobre esa historia de amor que hemos convertido en leyenda, en mito que nos explica nuestro origen, nuestro estar hoy aquí, como seres en el amor y para el amor.

Seguimos, y llegamos entonces a la tercera parte del poemario, a Callejones, que es, el tiempo del otro yo, “del poeta cocodrilo que llora la presencia de la amada”, del poeta maldito que nos “canta las verdades en la cara y que al mirarnos ve nuestros cadáveres, nuestra condición de esqueletos que respiramos”. Es el espacio de las confesiones, del quitarse la máscara. Es el espacio, otra vez de la ciudad, pero de una ciudad otra, de una ciudad que muestra sus miserias, de una ciudad que duele. Confieso que esta es la parte que más me gusta del poemario. En ella, la muerte, recorre los poemas como una presencia ubicua, como un escalofrío de metal afiladísimo y chirriante. Callejones, es el espacio en el que Dios se escribe con minúscula. En el que “Dios, es también un sobreviviente”. Es el espacio del oscuro amor asechado por la muerte. Es el espacio de la desesperanza y de la certeza del final. Es el espacio más existencialista del poemario. Lleno de una angustia, que reconoce a la existencia, como anterior a la esencia; y que comprende que el encontrar la verdad, transita por el actuar, por el existir según las convicciones propias. Es el espacio lleno de una angustia que viaja de la visión de Kierkegaard, que la vislumbra como temor a la nada; hasta la mirada de Sartre, que nos la presenta como esa anagnórisis, ese reconocimiento que hacemos de la libertad total de elección, a la que nos enfrentamos en cada instante de nuestra existencia.

Los Callejones, nos conducen a la última parte del poemario, a la Nueva Fundación; el tiempo en el cual la espiral del poemario se cierra. Es el espacio de la resurrección, de la mirada que define a la Patria, no desde lo que nos dicen que es la patria, sino desde el cómo vivimos la Patria. El espacio en el que el Poeta, coloca un espejo ante su rostro, y como un adivino, lee las marcas que lo hacen ser quien es. Es el espacio en el que Dios, vuelve a escribirse con mayúscula. Es el espacio del Credo Urbano y del resucitar. Es el espacio en el que el Poeta dice cara a cara a la muerte: “Muerte, hoy vas a morir”. Es el espacio en el que Kierkegaard y Heidegger, se toman de la mano y parecen decirnos, el primero: “Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para mí. ...la idea por la que pueda vivir o morir. Y el segundo: “Los seres humanos no pueden esperar comprender porqué están aquí; en su lugar, cada individuo ha de elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia”.

Con este poemario de Oscar, de Puky, como lo llamamos sus amigos y compañeros, como lo llaman, incluso, quienes “soportan” o sencillamente, “no soportan” a este “terrorista de la verdad”, como se le ha llamado en una entrevista recién publicada; confirmo uno de los descubrimientos, que junto a otros muchos lectores he hecho, después de miles de páginas recorridas, vividas, y de unas pocas, poquísimas escritas: “Nos engañamos cuando decimos, que hemos hallado o encontrado un libro, en realidad es el libro el que nos encuentra a nosotros cuando estamos preparados para él”. Con Sobrevuelo en la ciudad de los anillos, me ha pasado esto, una vez más. Doy gracias por ello, y espero, querido lector, querida lectora; que a ustedes, también les pase.

Sólo me queda agradecer, en nombre de los lectores de ahora y de mañana: a Oscar, por su sobrevuelo alucinado, alucinante; al Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, por hacer sostenible y sostenido este Concurso Nacional de Literatura; y muy especialmente al jurado de la edición 2007, por haber tenido la sensibilidad de apreciar lo maravilloso –en el sentido original de la palabra-, de esta poesía, que es la poesía de todos los que habitamos y nos dejamos habitar, por esta ciudad a la que hemos elegido amar, y defender, incluso, de nosotros mismos.


Alexeis Sánchez, de título LECTOR, que escribe.

8 comentarios:

la de la casa nueva dijo...

Puky:
Ya me hiciste antojar... ¿Cuándo sale?
¡Yo lo quiero calientito como recién salido del horno!

"Espero no encontrarlo, y que él me encuentre a mí", y, estoy segura, que no se perderá en el bolsillo de alguna mochila.

Anónimo dijo...

La de la casa nueva:

Según la diagramadora, podría salir del horno en diciembre, aunque -como depende de funcionarios y ritmos públicos- el día de su publicación es un misterio.

Mientras tanto, muchas gracias por tu continuo apoyo, fe y buen humor para con este Toborochi (gracias también por el mensaje del pasado viernes-sábado).

Hasta bien pronto.

Tuuntey dijo...

Hermano, si fui el primero en comentar tu blog, tb podre ser el primero en adquirir tu libro.

el prologo es incitador.

Que fin de semana el tuyo no??...

un abrazango!!

Juan Pablo Rodríguez Camacho dijo...

Pero que bueno... FELICIDADES profe honoris del delirio militante.
Es usted, sepaló bien; un compañero ilustre, un ciudadano ejemplar y un amigo locango.
Un abrazo desde la misma ciudad en la que nos pasan todas esas cosas.
Salud por el amigo guerrero y el profe mágico que es.
Carajte che! (que bonito que escribe Alexeis) dán ganas de leerlo de una vez.

Abrazos totales.

Anónimo dijo...

Guitarrerocantor:

Te lo venderé con el mayor de los gustos, exactamente con el mismo con el que te compraré tu próximo CD.

¡Si no nos apoyamos entre nosotros...!

Anónimo dijo...

El defensor del derecho al delirio:

¡Mierda, che! Me hiciste sonrojar. Pero últimamente he decido creerle a los elogios.

Y si, coincido, Alexeis es un tipo bárbaro. Pronto le pediré permiso para publicar algunas de sus minificciones.

Un enorme abrazo.

Anónimo dijo...

Bravo Puky! Estaré atento a la aparición del libro. Felicidades otra vez. Un abrazo fraternal

Anónimo dijo...

Estimado Andrés:

¡Muchas gracias! Aparentemente saldrá en época navideña.

Un gran abrazo.