Un chapuzón en WHITMAN

29 de abril de 2008

Tengo entre mis manos una maravillosa (y anaranjada) edición bilingüe de Hojas de Hierba seleccionada y traducida por Leandro Wolfson.

Gracias a ella, en estas últimas semanas, me he venido sumergiendo –insistentemente- en ese vasto, eléctrico, omnívoro e impetuoso océano que es Walt Whitman.

Ahora, gracias a esta lectura, empiezo a comprender la sagrada arrogancia que implica Ser Uno Mismo.


De muestra… una hojita de hierba.


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Es hora de que me explique… pongámonos de pie.

Me despojo de lo conocido,
Arrojo conmigo a todos los hombres y mujeres en lo
Desconocido.

El reloj indica el momento, pero, ¿qué indica la eternidad?

Hemos consumido hasta la fecha trillones de inviernos
y veranos,
Hay trillones por venir, y trillones más.

Los nacimientos nos trajeron riqueza y variedad.
Y otros nacimientos nos traerán riqueza y variedad.

No digo que uno sea más grande y el otro más pequeño,
El que cumple con su época y lugar es igual a cualquiera.

Hermano, hermana mía, ¿ha sido la humanidad cruel o
recelosa contigo?
Lo lamento por ti, conmigo no lo ha sido.
Todo ha sido amable conmigo, no llevo cuenta de las quejas,
(¿Qué tengo yo que ver con las quejas?).

Soy un pináculo de cosas realizadas y encierro en mí las
cosas que serán.

Mis pies pisan un ápice de los ápices de las escaleras,
En cada escalón ristras de eras, y ristras mayores entre
uno y otro.

Todos los anteriores debidamente transitados, y sigo
subiendo y subiendo.

A medida que asciendo, los fantasmas que quedan a mis
espaldas se inclinan reverentes,
Abajo, a la distancia, veo la enorme Nada primigenia, sé
que allí estuve también,
Esperé invisible siempre, y dormí en la niebla letárgica,
Y no me di prisa, y no fui dañado por el fétido carbono.

Mucho tiempo fui abrazado y cobijado… mucho,
mucho tiempo.

Inmensos han sido los preparativos para mí,
Fieles y amistosos los brazos que me ayudaron.

Los ciclos transportaron mi cuna, remando y remando como
alegres boteros,
Para hacerme sitio los astros se apartaron de sus órbitas,
Hicieron llegar sus influencias para cuidar lo que habría de
sostenerme.

Antes de nacer de mi madre las generaciones me guiaron,
Mi embrión nunca estuvo inerte, nada pudo detenerlo.

Por él la nebulosa se cohesionó en un orbe,
Vastos estratos se acumularon lentamente para que reposara
en ellos,
Enormes vegetales lo nutrieron,
Saurios monstruosos lo transportaron en sus bocas y lo
depositaron con cuidado.

Todas las fuerzas se aplicaron persistentemente para
completarme y complacerme.
Aquí me yergo ahora con mi alma robusta.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

mi kerido amigo como siempre me sorprende! se nota k todo lo k lees te transporta y por suerte a los k nos gusta leer tambien. me agrada mucho tu pagina...y... si!! kerido puki sigo esperando k me regales el vendito libro d carlitos valverde. un besito
violeta

Anónimo dijo...

mi kerido amigo como siempre me sorprende! se nota k todo lo k lees te transporta y por suerte a los k nos gusta leer tambien. me agrada mucho tu pagina...y... si!! kerido puki sigo esperando k me regales el vendito libro d carlitos valverde. un besito
violeta

Anónimo dijo...

Violeta querida:

¡Qué bueno que vengás a guarecerte en la sombra de este Toborochi!

Lo del libro de Carlos lo solucionamos la siguiente vez que te vea.

Mientras tanto, va un abrazote.

Juan Pablo Rodríguez Camacho dijo...

Profe, gracias por permitirnos conocer esas exquisiteses que a veces nos perdemos por ignorar su existencia. Es usted, muy gentil al compartir los sorbos de vida y alegría.
Un abrazo.