Un Ángel de apellido González

5 de mayo de 2008


La primera que vez que supe de él fue a raíz de un elogioso comentario que Joaquín Sabina emitió en alguna entrevista que leí por ahí.

La segunda fue durante una de las altamente nutritivas guitarreadas con mis amigos. Lo recuerdo claramente (y eso que en aquella oportunidad nos acompañaba el obsequioso Profesor Ludwig van Kholberg). Fue en la casa de mi dilectísimo amigo Verty Bracamonte. La noche reclamaba poesía, así que a eso de las 3 ó 4 de la mañana, desde los parlantes de su prodigiosa computadora se escuchó la voz del que luego supe se llamaba Ángel Gonzáles. Quedé deslumbrado.

Hoy, la memoria de este poeta español (Oviedo, 1925 – Madrid, una madrugada de enero de 2008) me tuvo acosado, así que planeo subir dos o tres cosas de él. Quiero empezar ahora con una de mis favoritas, la misma que –de alguna misteriosa manera- le da continuidad a aquella otra de Whitman que reproduje recientemente.


PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.

Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.

De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin,
sobreviviendo naufragios,
aferrándose al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí, tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste a su ruina,
que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio.
El éxito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento...

4 comentarios:

Tuuntey dijo...

¡¡Grande Angel Gonzales!!

La Vero Vero dijo...

Qué lindo...mi Arcángel. !Qué tipo tan Oviedo! qué savoir faire...

Ese que tu nombras, me cuida la rabia y la ternura. Tengo tatuado en el alma que no le pienso fallar.

Un abrazo, querido.

Marco dijo...

qué capo...

Oscar dijo...

Guitarrero:

¿No te parece que deberías empezar a cumplir tus nobles propósitos y pasarme los textos del Ángel este?

La vero vero:

Y, conociéndote como te leo. dudo que le falles.

Abrazote.

Marco:

Gracias. ¿Pero qué opinás de Ángel Gonzáles? (Ja, ja, ja).