Cerrando el año...

27 de diciembre de 2009

Alguna vez leí que “los amantes felices, así como los pueblos felices, no tienen historia”, debe ser por eso el silencio y la mudez de este Toborochi. Pero ahora que he vuelto a ser impar, deduzco que lo visitaré más a menudo.

Valga pues este manojo de párrafos como resumen de un año más que se va, que se fue.

1. Lindo estar vivo. Y tener salud y algo de dinero y, a veces, hasta algo de amor. Trabajé en lo que me gusta: soy catedrático y redactor de una revista, entrevisté a Jessica Jordan, tuve un buen aguinaldo, así que por ese lado concluimos bien.
2. Los libros. Siguen siendo mi refugio, mi oráculo y mi mejor compañía. También disfruto de los escritores y, últimamente, de los lectores. Tengo un libro en estado fetal, enero será propicio para pulirlo, alimentarlo, acariciarlo, hacerlo crecer... Este deberá ser una criatura sana, completa, acorde a la altura de los tiempos. Prometo esforzarme. Si los dioses me han obsequiado esta bendita maldición que es ser poeta, ¿quién soy yo para rechazar este vino insensato y bueno?
3. Traslado. No puede ser que tenga 39 años, crea en la autonomía… y siga viviendo en casa de mi tía Charo. Es cómodo, pero no, NO está bien. Este aspecto es muy decidor de mí. Sé que me hará bien el ir a encontrarme en otro domicilio.
4. Vida interior. Confirmo que ahí está el trabajo más importante, el verdadero. Hacerse simple, sano, sobrio, elegante. Honrar el Ahora. Dejar de vivir desde la mutilada y carente personalidad y empezar a hacerlo desde el Ser. Asignatura imperiosa (y altamente probable, ya que como decía don Franz Tamayo, ya solo resta “osar”).
5. Amigos (se lo escribo para ustedes pero también, y mucho, para mí mismo): ¡Salud! ¡Que viva la Vida!