Muchas veces se me da por pensar que vivir o estar muerto es... indiferente.
Pero, hace cinco minutos, Danáe ingresó a mi cuarto como un torbellino y, “en un dos por tres”, a los 4 años de su edad me convenció (con un argumento sin palabras) que vivir vale la pena.
Pero, hace cinco minutos, Danáe ingresó a mi cuarto como un torbellino y, “en un dos por tres”, a los 4 años de su edad me convenció (con un argumento sin palabras) que vivir vale la pena.
Ahora sé por qué, a pesar de todas las evidencias, los seres humanos continuamos –tozudamente- trayendo niños a este extraño mundo.
3 comentarios:
Tu Danáe es una de esas personas que fueron enviadas a convencernos de eso, que vale la pena vivir, a pesar de todo.
Los ojos claros que reflejan sus almas, nos hacen volver a creer en el futuro.
Sus sonrisas carcomen del alma todo lo que entristece.
Devuelven la vida con cada minuto de existencia.
Gracias Danáe.
Anónimo:
No, gracias a vos, por tanta inteligente sensibilidad tan bien (d)escrita.
Volvé pronto.
Así que ella es la lucecita que alegra tus días? Hermosa.
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