Ya no se acordaba cómo era el calor del sol.
Fue una larga temporada en el autoexilio.
Y allí las nubes son largas, las ventanas están cerradas.
El aire duele.
No se tiene sed, ni hambre, ni nada.
Por eso es que al volver a la luz
luego de desperezarse
tambaleante
la Vida salió a su encuentro
y lo invitó a bailar.
La vida,
la Vida estaba preciosa.
Enfundada en un largo vestidito celeste
con los largos y lacios cabellos negros sueltos al viento.
Y con esa sonrisa
tan a medio camino entre la inocencia y el húmedo beso.
De pronto sonó (¿estalló?) entre los dos
un vals.
Straüss sin ninguna duda.
... y la apretó del talle
y sintió su respiración
y se miraron a los ojos
unánimemente
y luego giraron
giraron
giraron.
Tan tan tan taaaaan
ta ra ran
tararan
tararan…
Y así
a los 38 años de su edad
recordó que la Vida
no es esa obligación absurda
que algunos padecen
sino más bien
una bella muchacha
que uno tiene la obligación estética (y moral)
de sacar a bailar.
Nuevo tiempo de vals
9 de marzo de 2009
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9 comentarios:
Bienvenido de regreso! Te extrañabamos!
Que lindo que volviste querido Toborochi.
En cuanto a la vida, algunos la toman como un martirio, como supervivencia pura y dura, otros consideran la vida como un jardín lleno de pequeñas felicidades.
Un abrazote.
Bailar, hasta que el corazón te falle de alegría y no de tristeza, como lo hace el mío ahora todo el tiempo, con mil vuletas y palpitaciones por segundo...
Un abrazo enorme querido puky, que lindo texto.
Quisiera no sonar chupamedias pero no puedo: lo que escribiste está increible.
Ay, la vida... una de esas cosas que sólo se puede -tratar de- explicar con poesía.
Besos!
Chanti:
De veras... gracias.
Vania B.:
¡Gracias por la bienvenida!
Ana Pintado:
Gracias. Otro para vos.
Natalia:
Muchas gracias. Tenés razón en lo de la utilidad o función de la poesía: Ella está para decir las cosas que el lenguaje y el silencio solo alcanzan a insinuar...
Abrazos. Enormes.
"De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un Atlas" diría el Nano.
Gracias por volver.
La Quinta Disminuida:
Gracias a vos, querido "tioabuelo", por la llamada resucitadora.
Un gran abrazo.
Lei Tiempo de Vals, como un relato corto y me gusto mucho, luego lo lei como poesia y me gusto mas, luego... pues luego, no lo lei, simplemente escuche el Vals
Pike:
¡Maestro!
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