En la pasada Feria Internacional del Libro, por encargo que le agradezco a Ricardo Serrano de Editorial El País, tuve la dicha remunerada de presentar la novela EL EXILIO VOLUNTARIO de Claudio Ferrufino-Coqueugniot.
Estas son las palabras que utilicé para ese cometido.
• ME VAN A DISCULPAR ESTE COMIENZO TAN PROVINCIANO, TAN DECIDIDAMENTE FARMER...
...pero es que, en un país hambriento de triunfos, rico en derrotas y postergaciones, siempre será una bienvenida noticia que un compatriota nuestro triunfe. Y no importa si es un Marcelo Martins transferido al Werder Bremen, el más reciente triunfo de las hermanitas Deheza o de la selección de raquetbol… Cada uno de esos episodios nos vuelve extraña, y razonablemente, felices.
Y, obviamente, que un artista boliviano, un paisano nuestro gane uno –con Jurado Internacional y todo-, es pues un motivo de gran felicidad. Así que, Editorial el País, le “achuntó” de nuevo.
• LA NOVELA: SER ABDUCIDOS
No sé ustedes, pero yo, lector de novelas, busco en ellas evasión, un pasaporte hacia otro mundo, hacia otra realidad, porque muchas veces –esta que tenemos no nos alcanza-, es gris, es pobre, es aburrida, es cruel, es por eso que encantados acometemos la lectura de un libro que nos transporta hacia otras realidades posibles, de las cuales volvemos enriquecidos, en una extraña y mágica dialéctica que tanto bien le hace al alma.
Cuando yo agarro una novela, quiero ser secuestrado, hipnotizado, abducido por la trama. Quiero que sean las dos de la mañana y, "¡carajo!, mañana hay trabajo”, y me prometo leerme un solo capítulo más y luego, fallarme, una y otra vez.
Al día siguiente, claro, nadie sabrá explicarse cómo es posible que ojeras y felicidad se lleven tan bien.
Y ese secuestro, esa abducción es lo que tu novela, Claudio, ha logrado en mí.
¿Por qué?
• TRAMA: LOS MUCHOS EXILIOS / EL EXILIO DE UNO MISMO
Imagino que es por varias razones. La primera porque en tu novela, además del exilio “externo”, Carlos, el protagonista es un exiliado de adentro, de su persona, de sí mismo. Y esa distancia le otorga algunas libertades perversas y envidiables.
• LA IRONÍA: UNA MIRADA SIN RECRIMINACIONES, SIN MORAL
Entre ellas la de una moral sin recriminaciones, sin el absurdo peso cultural de una conciencia entrenada por curas, madres y profesores en el terrible ejercicio de sentirse mal hasta de ser felices.
Que considera el sexo como un pecado (y no como la celebración de vida, que es), que se cree en la hedentina de canales y periodistas asalariados por quien detente el poder, por políticos enemigos de la vida (pero que ganan el Premio Nobel de la Paz como Henry Kissinger), etc.
Es por eso que digo que me gusta ese animal entrañable que escribes, que describes, que sos.
• EL VÉRTIGO NARRATIVO
Por otro lado, hay en tu novela un vértigo que seduce y atrapa, un torrente verbal muy alejado de la narrativa clásica y que, por el contrario, coquetea con el caótico mundo interior de quien está enfermo, sufre de saudade o está enamorado (perdón por la redundancia).
Tu novela es un río estrepitoso e inteligente.
De muestra un botón: Págs: 86 y 87.
• LA POESÍA
Finalmente, quiero referirme también a la poesía presente, a la sorprendente belleza del lenguaje empleado, como por ejemplo, cuando en la Pág. 35 dices: “La vida, animal pequeñito, se le va en dos sangres”. Hermoso. Extraño. Memorable.
Amigas y amigos, créanme –no hay una pizca de demagogia en esto- El exilio voluntario es la novela ideal para leer en medio de este brutal y bienvenido surazo.
Muchas gracias.
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